TIJUANA, B.C.- Amistades, colegas y compañeros de causa de la pintora Nina Moreno recurrieron a la memoria y las emociones para ofrecer un homenaje póstumo a la también galerista y promotora cultural, durante una reunión virtual organizada en días recientes por el Centro Cultural Tijuana, institución de la Secretaría de Cultura.
Representantes de la Sociedad de Historia de Tijuana, el Seminario de Cultura Mexicana corresponsalía Tijuana, su correspondiente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y el Círculo Cultural Ateneo colaboraron con el Cecut para perfilar la personalidad de Moreno Pastrana y hacer referencia a su obra plástica y su desempeño en el ámbito de la promoción cultural.
“Nina vivió su infancia en el municipio chiapaneco de Villaflores donde creció inmersa en un entorno desbordante y magnífico”, relató la psicóloga Mélida Ojeda al referir que “ahí aprendió a escuchar la sinfonía de la naturaleza y fue engarzando a su carácter independiente vivencias singularísimas, de privilegio para cualquiera, más aún para alguien nacido con alma de artista”.
Ojeda citó a la propia Moreno, al recordar su llegada a Tijuana a comienzos de los años 60 del siglo pasado: “Me impresionó la neblina, llegamos en octubre el año que terminé la primaria, me sentía triste hasta que mi papá me llevó al mar y en ese primer encuentro empecé a descubrir que esta tierra también tiene su encanto, está llena de colores y texturas diferentes, entonces Baja California se me hizo bellísima y eso me animó”.
Nina se integró rápidamente al movimiento de la plástica local, muy activo en los años 70, y cuando tenía 21 años presentó una exposición de la que Mélida Ojeda citó una reseña sin firma publicada en El Heraldo de Tijuana el 2 de junio de 1970, cuya redacción, dijo, “podría asegurar que pertenece al profesor Rubén Vizcaíno” y que auguraba que “con los años esta jovencita podrá desplegar todas sus capacidades, que las tiene sin duda alguna”.
Laura Alicia Alonso, amiga de la artista, recordó: “Nina pasó por todas las técnicas, acuarela, pastel, óleo, acrílico, tintas, y la primera exposición que presentó en la Ciudad de México fue muy exitosa; todo tenía un aspecto geométrico y tuvo tanto impacto que el maestro Juan Acha, que en ese momento era director del Museo de Arte Moderno, le dedicó una crítica muy favorable”.
De regreso en Tijuana, cuando decidió fundar su galería, Nina la concibió como “un laboratorio de experimentación”, añadió Alonso, quien también citó a la artista: “Estaba ubicada frente al parque más antiguo de la ciudad, y aunque algunos dijeran ‘cómo es posible que se abra una galería entre fritangas’, por los carritos de tacos de la esquina, la razón fue porque allí sería posible sensibilizar al mayor número de personas, de esa manera se captaría al bolerito, al vendedor ambulante, a padres de familia, a estudiantes de kínder traídos por las maestras y, sobre todo, a coleccionistas de arte”.
En su participación, el artista plástico Francisco Chávez Corrujedo mostró la imagen de un tríptico que trabajó en coautoría de Nina Moreno y el maestro Manuel Varrona, fallecido en septiembre del año pasado, para rubricar la estrecha amistad que los unió al tiempo que comentó algunas piezas de Nina Moreno, evocando también su labor como cuentista y locutora de radio.
Chávez Corrujedo recordó la forma en que ella entendía su trabajo artístico y citó palabras de la pintora: “Mi obra”, solía decir, “es un proyecto, una aproximación, una acción, un acto personal en el que me permito ir al encuentro, abordando el espacio para escudriñar el objeto o el acontecimiento, irrumpo en un tiempo dado abstrayendo luego sustrayendo, reconstruyendo, reinventando, resignificando, explorando el mundo”.
En su intervención, la promotora cultural Guadalupe Kirarte colocó a la homenajeada y a Amber Inzunza (1938-2010) como las “mujeres iniciadoras de la plástica en Baja California” y al hablar de la galería fundada por Nina Moreno la calificó de “un oasis enfrente de aquel parque, un espacio emblemático de la ciudad, donde tuvimos la oportunidad de convivir con un ser tan valioso y con ese espíritu de compañerismo, de amor a sus semejantes, y esto se reflejaba en su obra maravillosa”.
“Ese espacio será para mí un recuerdo perenne, como la falta de este ser transparente, bondadoso, genial”, expuso Kirarte quien finalizó el homenaje diciendo que “esta valiosa mujer estará siempre en nuestro recuerdo y nuestro corazón, por todos sus valores como ser humano y como artista”.
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